Tiempos de covid y solidaridad
La situación de emergencia sanitaria a nivel mundial ocasionada por el COVID-19 no solo generó situaciones complicadas, también creó escenarios nuevos donde se puso en evidencia el compromiso y la predisposición de los miembros de la ReLAC para seguir impulsando y desarrollando el proceso de cambio, pero esta vez desde un espacio digital.
La modalidad virtual exigió algunos cambios, mucha constancia y adaptación de las actividades por parte de los miembros de la ReLAC. Tuvieron que sortearse algunas dificultades, como toques de queda, diferencias horarias, cuidados familiares y otras restricciones propias de la pandemia. Aun así, el proceso continuó y la “nueva normalidad” perfiló un grupo de trabajo muy solidario e inclusivo, atento a las opiniones de los demás, muy firmes en sus posturas, manteniendo un diálogo fructífero y el compromiso común de que prospere la red.
Proceso participativo virtual
El 2020 se tornó, entonces, en un año muy intenso y productivo por la cantidad de reuniones virtuales que se llevaron a cabo, en plena crisis del COVID-19. A lo largo del año se vino implementando la Estrategia de Fortalecimiento Institucional – EFI ReLAC 2.0, la cual tiene 3 fases:
- Abril-mayo de 2020. 1ª fase: Análisis de contexto y aprobación de estrategia.
- Mayo-noviembre de 2020. 2ª fase: Construcción participativa de la ReLAC 2.0: trabajo en 3 comisiones (Marco Estratégico, Gobernanza y Membresía).
- Durante el 2021. 3ª Fase EFI: Reconstitución de la ReLAC y elección del nuevo órgano de gobierno.
Lecciones y Aprendizajes
Entre los aprendizajes que consolidaron el proceso sostenible de la ReLAC están los siguientes: la importancia del rol facilitador de quienes lideran el proceso; la definición clara de la naturaleza y roles de los diversos miembros de la red y de sus integrantes; la importancia de la autogestión de la red; las implicancias del trabajo voluntario; la riqueza del aprendizaje entre pares; el trabajo colaborativo entre comisiones y grupos para el desarrollo institucional; la construcción de un lenguaje común en redes interculturales; y la importancia del fortalecimiento de capacidades.
Asimismo, una lección que deja la pandemia, la cual podría haberse tomado como una dificultad, es que la crisis resultó impulsando a los miembros de la Red a organizarse en comisiones, a redefinir nuevas formas de trabajo. La complejidad de lo “no presencial” dio paso a la amplitud de lo virtual, haciendo posible incluso mayores interacciones, lo cual agilizó procesos que en otra situación hubieran resultado mucho más lentos.